Época: Arte Español Medieval
Inicio: Año 900
Fin: Año 1250

Antecedente:
Los Beatos

(C) Soledad de Silva y Verástegui



Comentario

No obstante, lo que ha dado verdadera fama a los Beatos es su rica ilustración. De los 34 códices y fragmentos que conservamos entre los siglos a al XIII, 24 tienen miniaturas. Estas ilustran fundamentalmente el Comentario extenso y el Comentario de Daniel. En el primero las miniaturas se sitúan generalmente entre el texto bíblico apocalíptico (Storia) y el comienzo del Comentario (Explanatio), respondiendo su iconografía, en su gran mayoría, al contenido del texto escriturístico. Algunas, muy pocas, se explican por el Comentario -la palmera, la zorra y el gallo, etc.-, y otros textos intercalados, como la imagen del arca de Noé que ilustra el correspondiente tratado de Gregorio de Elvira al que hemos aludido.
Es excepcional la representación del Bautismo de Cristo, que únicamente figura en los códices de Gerona y Turín. Algunos manuscritos integran además algunas ilustraciones preliminares como son la Dedicatoria, la Cruz de Oviedo, la Maiestas Domini, los Cuatro Evangelistas, las tablas genealógicas, varias escenas de la vida de Jesús, el pájaro y la serpiente, los autores que Beato enumera como fuentes -el Alfa y la Omega y por último el cielo, que sólo aparece en el manuscrito de Gerona y su copia de Turín. Llama la atención en todo este conjunto de ilustraciones el gran número de miniaturas que ilustran el texto bíblico apocalíptico si tenemos en cuenta que los Apocalipsis hispanos de la época carecen de ilustraciones, lo mismo que las Biblias coetáneas cuyos Apocalipsis se nos presentan también desprovistos de figuraciones.

Incluso si tomamos como ejemplo las Biblias más ricamente ilustradas de nuestra Alta Edad Media (excluyendo las catalanas) como son la Biblia de Florencio y Sancho del año 960, la Biblia leonesa de 1162 y la Biblia de San Millán de la Cogolla de principios del siglo XIII, observamos que frente al gran número de miniaturas que presentan los textos veterotestamentarios contrasta la escasez de las mismas en los libros del Nuevo Testamento y la ausencia de ilustraciones, en concreto, en el Apocalipsis. Los Comentarios de Beato se nos presentan de este modo con la novedad de su ilustración apocalíptica. Ello lleva a plantearse el problema mismo de la ilustración del Comentario: ¿fue concebida esta ilustración por Beato? Es ésta una cuestión difícil de resolver, ya que no conservamos ningún manuscrito contemporáneo del supuesto autor. No obstante, es opinión generalizada entre los autores que Beato concibió su obra para ser ilustrada.

Ahora bien, ¿qué forma tuvo el arquetipo pictórico de los Beatos, cuáles son los arquetipos que mejor reflejan este prototipo y cuáles remiten ya a versiones posteriores? Hoy los estudios de P. Klein han renovado profundamente las teorías de Neuss y Sanders, que a pesar de no coincidir en sus genealogías de los Beatos, clasificaron los manuscritos en los tres mismos grupos (las familias I, IIa y IIb de Neuss), haciendo un paralelismo entre la tradición textual y la tradición pictórica. Klein, partiendo del principio establecido por Weitzmann de la necesidad de investigar por separado la tradición textual y la tradición pictórica de los códices ilustrados, ha llegado a la conclusión de que ambas no se superponen exactamente. Así, por ejemplo, la ilustración del Beato de Saint-Sever perteneciente textualmente a la familia I, no solamente se desvía de la de su hermano textual, el Beato de la Biblioteca Nacional de Madrid vitr. 14-1, sino también de las de otros manuscritos de la familia I, por lo que la tradición textual y la tradición pictórica del Beato de Saint-Sever no coinciden. El autor ha podido distinguir las versiones ilustradas más antiguas de las más recientes a través de ciertos elementos pictóricos que fueron introducidos en las fases más tardías de aquélla. Un ejemplo ilustrativo podemos seguirlo en la miniatura de la retención de los cuatro vientos.

Los cuatro ángeles frenando los cuatro vientos ilustran el pasaje del Apocalipsis VII, 13. El texto los sitúa sobre los "cuatro ángulos de la tierra, deteniendo los cuatro vientos de la tierra para que no soplasen sobre la tierra, ni sobre la mar, ni sobre árbol alguno hasta que los Elegidos no hayan sido señalados". La Storia incluye además la visión del ángel procedente del sol, pero esta imagen parece ser que no figuró en la versión más antigua de la tradición pictórica I, introduciéndose más tardíamente. Así parece reflejarlo el Beato de Lorvao, en el que esta figura está ausente. En cambio, en el Beato de Burgo de Osma ya se ha añadido el ángel del sol colocándose encima de la miniatura y encuadrado separadamente.

La ilustración de esta rama I muestra una forma esquemática y conceptual: los cuatro ángeles situados en los ángulos mantienen las personificaciones de los cuatro vientos. En el centro se ha situado la tierra sugerida por un círculo que en el de Lorvao encierra cuatro de los Elegidos en forma de bustos. La tierra está rodeada por cuatro plantas estilizadas colocadas en los puntos cardinales, que simbolizan los árboles. En el Beato de Osma, las figuras de los Elegidos han sido reemplazadas por el signo de la cruz.

El último estadio de la evolución nos lo proporcionan los manuscritos de la familia IIab en los que el ángel del Sol está completamente integrado en la miniatura, situándose arriba en el centro, volando hacia abajo. La ilustración es mucho más compleja: la tierra está indicada por un sector rectangular rodeado por el mar. Los Elegidos aparecen con sus cuerpos enteros en dos filas y los árboles son menos esquemáticos. La fase de transición, entre la rama I y II, estaría reflejada por una de las miniaturas de estilo románico del Beato de San Millán que textualmente pertenece al grupo I. El ángel del sol aparece incorporado a la imagen, pero esta adición ha forzado al miniaturista a desplazar a la izquierda al ángel que ocupaba el ángulo derecho superior, destruyendo el orden simétrico de los cuatro ángeles. Otros detalles que refleja también esta fase transicional entre la rama I y II que representa este Beato, es el haber figurado la tierra por medio de un sector rectangular rodeado por el mar, aunque éste no se nos muestre todavía como una banda continua tal como aparece en la rama II, sino a modo de segmentos de distintos tamaños en los ángulos y otra banda horizontal en el centro surcada de peces.

Los resultados de su investigación han llevado a P. Klein a concluir que la familia I representa la más antigua versión pictórica de los Beatos. Puesto que los códices que reflejan la fase más antigua de esta versión pertenecen a la segunda edición textual del año 784, ésta es la fecha más probable de la primera redacción pictórica. Es posible también que la primera edición textual no hubiera tenido ninguna ilustración -habiéndose ilustrado su texto más tarde-, ya que los dos códices que la transmiten, los Beatos de la Biblioteca Nacional de Madrid vitr. 14-1 y de Saint-Sever reflejan, respectivamente, el primero una fase más tardía de la primera redacción pictórica y el segundo una combinación de dos modelos pictóricos diferentes: uno de la fase más reciente de la primera redacción pictórica, y el otro, un modelo pictórico de la familia II. La fase de transición entre la familia I y II estaría representada por la ilustración románica del Beato de San Millán.

Respecto a la familia II que representa la segunda tradición pictórica, más tardía, tenemos un término post quem para su datación, la influencia islámica típica de esta familia, que se deja sentir también en otros aspectos del arte figurativo hispano desde fines del siglo IX. De ahí que esta tradición pictórica pueda datarse probablemente en el siglo X. El estilo de esta segunda tradición pictórica, más óptico y plástico, frente a las formas planas y lineales de la primera tradición pictórica, se explica también por la influencia islámica, a la que se añade además la proporcionada por la tradición del arte carolingio.

Finalmente, el modelo del arquetipo pictórico de los Beatos es de origen hispano o norteafricano, ya que los ciclos apocalípticos de Italia y Europa Central son diferentes al de los Beatos.

Tampoco el modelo pudo proporcionarlo el Oriente bizantino sirio y copto, como alguna vez se ha sugerido, porque en estas regiones durante los primeros siglos cristianos el Apocalipsis no estaba reconocido unánimemente como libro canónico y, por tanto, su ilustración comenzó más tarde que en el Occidente latino.